IGNACIO POZO
Granada es sede de dos cumbres vitales en la geopolítica mundial.
Cifras de mareo van a colocar a Granada en el objetivo de millones de televidentes, radioyentes, y lectores.
Hoy tendrá lugar la de la Comunidad Política Europea con la participación de 44 países y mañana el Consejo Europeo Informal, con los 27 jefes de Estado y Gobierno de la UE. A esa imponente concentración mundial de mandatarios, súmenle los 3.000 periodistas acreditados y las decenas de miembros de cada una de las delegaciones internacionales, nos da idea de la importancia de la Cumbre, de la que se estima dejará unos ingresos a la ciudad de más de siete millones de euros, siendo los impactos de imagen del evento muy superior.
Estamos ante una oportunidad única y gratuita, para acreditar nuestra capacidad organizativa de eventos de toda naturaleza, pero también para situarnos en un referente de turismo de calidad.
Pero en esto de eventos de naturaleza universal Granada no es nueva. Podríamos empezar por decir que uno de los motivos por los que Granada está plagada de una riqueza monumental histórica, reconocida mundialmente, es porque estaba llamada a ser la “Nueva Jerusalén” para el orbe cristiano. Ocho siglos habían costado la Reconquista, iniciada por don Pelayo, y concluida por los Reyes Católicos en Granada, y estos pusieron su empeño en ese reconocimiento; hasta el punto de dejar en su testamento ser enterrados aquí. Tal fue el júbilo, que todas las iglesias de la cristiandad estuvieron repicando sus campanas durante dos días.
Es por lo que, en 1496, a petición de los Reyes Católicos, el papa Inocencio VIII firma la Bula por la que se les concede fundar monasterios, conventos y beaterías en todo el Reino de Granada. De tal forma, que incluso, se proyectó con posterioridad el que los reyes y mandatarios de lo que es hoy España les sirviera de panteón para albergar los nichos de la dinastía de los Austria en la capilla Mayor de la futura catedral granadina, cumbre del Renacimiento español, y en la que Alonso Cano y Siloé plasmaron la majestuosidad de sus líneas. Nichos que fueron debidamente tapados por las pinturas de Alonso Cano; ya que hasta en esto, Granada contó con una “mano negra”, y Felipe II se olvidó de los deseos de su padre y abuelo al construirla Octava Maravilla del Mundo, y destinar el imponente Monasterio del Escorial a tal fin.
Antes de eso, en Granada hubo otra “cumbre” que dio lugar a la mayor de todas las gestas conocidas, equiparable por algunos a la conquista de la Lima, y fue la firma de las Capitulaciones en Santa Fe, entre los Reyes Católicos y Cristóbal Colón, relativa a su expedición planeada por el mar hacia occidente y que culminó con el descubrimiento de América. Auténtico hito histórico, y primera globalización entendida como tal, de apertura entre hombres, culturas, productos y territorios.
A la que siguieron el Tratado de Granada entre Francia y España para sus conquistas en Italia, o la última cumbre por la Paz entre Israel y Palestina.
La Cumbre de esta semana será otra de las grandes citas históricas de nuestra ciudad, ya que Granada se va convertir en el centro mundial de todas las miradas de la política, la sociedad, y en la que la meta principal es la adopción de medidas en relación a los grandes retos de Europa como es el de la paz.
Granada, símbolo de convivencia entre distintas culturas durante siglos, una vez más se viste de gala para convertirse en el centro de nuestro inmediato futuro a nivel mundial, tal como se ha entendido hasta ahora, y tal como en distintas ocasiones hemos sido destinados para ello.
En la medida de lo posible aprovechemos este escaparate, y que nuestra prosperidad llegue a que las distintas delegaciones nacionales sean capaces de alcanzar acuerdos en beneficio de toda la sociedad. Sean bienvenidos, una vez más, por todos los granadinos.